domingo, 17 de mayo de 2015

El Silencio


Contaba que de tanto esperar se le paró el tiempo en las narices. Sin suspiros mediadores se detuvo todo en una centrica calle de la ciudad. Y sin embargo eran él y el inmenso abandono que le acompañaba lo único que permanecía quieto. A su alrededor se palpaba el frenetismo aunque nada se moviera y su anhelo de estáticas armonías agonizaba despedazado como las putas en sus esquinas.

Decía entonces que en el mundo de la historia detenida las personas lloran, sangran y se matan, y toman aire a bocanadas y lo echan a carcajadas. Que en el breve instante de los relojes congelados la lucidez se desorbita, y se vuelve punzante y pendenciera contra la piel que habita.

Se estremecía al recordar el segundo más largo de sus más cortos días, pues nada fue lo mismo desde entonces y ahora se sabe eterno en su fútil viaje. Susurra hoy su voz cansada los mil secretos que se gritan cada día y se pierden cada noche y cuenta, cuenta que hay un silencio que ensordece en nuestra vida oscura. Que nadie alcanza a escuchar romperse el delgado hilo que mantiene en vilo la cordura.