domingo, 18 de enero de 2015

Mi patria


En la tibiedad de la penumbra adivino los caminos que traza su figura. Se pierden en las sombras para encontrarse en los lugares exactos con inocencia, trazan infinitas curvas que hasta el infinito pretenden llegar mientras juguetean en la noche y dibujan, sin quererlo, una sencilla, perfecta desnudez. Tras su frágil resguardo, pienso, me adivina ella a mí, absorto en aquel regalo de casual arquitectura humana.

Pensará en el baile macabro del que éramos protagonistas, dos almas errantes buscando convicciones a las que aferrarse. Que éramos potencias blindadas en lo que es mera apariencia, finalmente convertidas en un morir de cuerpos que se desgarran y hacen jirones, que se insuflan vida y se la arrancan perdido el norte de sus anhelos de nación, de hogar, de cualquier sentir común que les acepte y proteja. Y pensará que así es mucho mejor, navegando a la deriva, chocando con extraños.

O tal vez sólo duerma y escudada por Morfeo sueña ajena al rumor de mis certezas. Tal vez no está presente y me ampara sólo el engaño de su silenciosa compañia. Pero yo esta noche voy servido de ideales. En una suerte de amanecer recogeré la voluntad para volver a enfrentar este teatro absurdo del sufrir con alegría, del reír con dramatismo, pero esta noche tengo mi lugar.

Porque un instante revelado la dibuja frente a mí.

Su cabello

Su espalda.

Su culo, mi patria.

2 comentarios:

  1. Nada como la lírica, esa oblicua manera de ir a la esencia de las cosas, ese trazo cuántico que accede de súbito al núcleo de la vida.

    Así de luminosas son estas palabras que nombran el deslumbramiento que nos causa el cuerpo de ellas en “un instante revelado”.

    A este nacionalismo me apunto, a éste sí.


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  2. De vez en cuando los parias se tienen que dejar caer en algún lado... Opciones hay varias, pero ésta de las que sin duda suelen triunfar.

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