lunes, 9 de junio de 2014

Terqueza pandoriana


La esperanza es un sentimiento extraño. Lo contrario del sano entendimiento. La esperanza no atiende a razones, no valora ni compara los factores que condicionan la realidad que le rodea. Se limita a rechazarla y sueña con otros desenlaces. Sueña lo que podría ser. Lo que en efecto, ha de ser la realidad. 

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Uno no se arroja a la esperanza, ni siquiera al verse desesperado y cobarde. Sería éste un acto de total falsedad, entregarse a la mezquina inercia sin más. Ella nace del fondo de las tripas, de lo más profundo e inexplorado del individuo, invade a uno y cultiva en él sus incoherencias y absurdidades, sus ensoñaciones. Si algo tiene la esperanza es su sinceridad. Y no es fácil librarse de ella, sólo en las horas más extremas la veremos tambalearse.

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El huésped de la esperanza ve nublada su razón y capacidad reflexiva, vive a fuerza de ilusiones alejándose del que tal vez sea el camino del conocimiento. El esperanzado, ante todo, sufre. Paga con sufrimiento sus anhelos. Porque se ve infeliz y carente, y soporta, a la vez que detesta, un tiempo que no es el suyo en pos de algo mejor. Le observa Zeus desde lo alto, gozoso con su tormento prolongado, indefinido...

También a la esperanza acompaña una inyección de voluntad. Nuevas fuerzas florecen en el sujeto al que atrapa, como lanzas al viento. Y chocan con muros para caer y renacer, arrojándose de nuevo a lo incierto, quién sabe si avanzando poco a poco a trompicones o afirmando un continuo ciclo de absurdidad y autodestrucción. Y entretanto vive, pues sufre el esperanzado. Vive, pues dibuja vastos caminos mientras persigue la utopía.

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Lo más curioso de la esperanza es que cuando deje de existir, prácticamente nada de lo ocupado será diferente. La realidad, tan detestable, se limitará a reafirmarse sin nadie que le haga frente, tal y como ha venido haciendo desde siempre, cuando hombres y mujeres cargados de sueños y ávidos de libertad le plantaban cara, luchaban, y sufrían mientras tanto. Sólo cesará esa afirmación, por su parte, de lo que ha de ser. Y que sin embargo y pese a todo, nunca ha sido. 

Si algo ha de cambiar cuando muera la esperanza, seremos cada uno de nosotros. Y cada cosa con la que frustrados, buscábamos el alivio. Nuestra profunda hemorragia, liberadora, elevadora de penas y alegrías. Lo será el arte, la literatura, la poesía... Cambiaran los objetos menos necesarios de la vida, aquellos que por contra guardan diligentemente su esencia. Desaparecerán. Se apagarán todas las luces y la lluvia dejará de ser lo que muchos hacían de ella. 

Cuando caiga derrotada, golpeada, humillada y masacrada la esperanza, desaparecerán junto a ella unas lineas tristes, pesimistas en apariencia. Y sólo en apariencia, porque cuando ella deje de estar, ya no sabré dónde buscar las palabras para decir cómo es sin duda, la esperanza, un extraño sentimiento.  

domingo, 19 de enero de 2014

Un texto hueco

Pretendías escribir con orden y razón, dedicar unos versos a tus musas idealizadas en
cerámica,
sonrientes, dando salida a la luz en un incesante goteo de sensatez. 

Pretendías huir de tus indicios de locura,  justificar tu persona con  operatividad 
mecánica, 
complaciente, argumentando un sentimiento entre altivezas de madurez.

Pretendías, en esencia, descubrir la belleza, vivir a cada paso limitado por una virtud
estática, 
inexistente, creando sin quererlo un hermoso vacío de escasez. 




domingo, 12 de enero de 2014

El Burro i l'Àguila Reial




Qui fa i desfà quan vol sense manies, 

Retalla siluetes sense rostre, 
que corren, s’agenollen i respatllen? 
Xisclen com marietes donant ordres 
per el seu be i per el nostre mal? 
Son el Burro i l’Àguila Reial. 
‎ 
Per què ballem el ball de mala gana? 
per què tanquem finestres quan obertes 
deixen entrar la llum que abans teniem? 
per què les flors ja nèixen totes grises? 
per què em de regar pedres quan no cal? 
perquè ho mana el Burro i l’Àguila Reial. 
‎ 
On es diuen paraules i discursos 
que cada dia més ningú s’escolta? 
On s’estripen raons imprescindibles? 
On encara es recorden les creuades? 
On l’amor es pecat per immoral? 
On hi ha el Burro i l’Àguila Reial. 
‎ 
Quan tornarem a riure com ho feien, 
els nostres pares forts sense recansa? 
Quan deixarem els nervis de l’espera 
i dormirem tranquils d’una tirada, 
i oblidarem per sempre el tant se val? 
Quan es morin el Burro i l’Àguila Reial. ‎

Sortirem al carrer… i una gentada, 
es fondrà en salts de joia i alegria, 
i el Sol resplandirà radiant i amb força, 
i el festeig durarà quatre setmanes, 
una gresca a nivell estatal, 
quan es morin el burro i l’àguila reial.‎


                                                                                                   Francesc Pi de la Serra